El Miedo

Tal y como hemos ido comentando en artículos anteriores, las emociones forman parte de la experiencia humana y todas las emociones cumplen con una función adaptativa. Por eso, aprender a gestionarlas pasa por conocerlas, identificarlas, sentirlas en el cuerpo y saber con qué necesidades están relacionadas. Merece la pena aprender a llevarnos bien con las emociones porque son grandes aliadas en nuestro día a día y en nuestro bienestar
emocional.

¿Qué es el miedo?
El miedo es una de las emociones básicas, y literalmente nos mantiene a salvo. Por eso, el miedo nos ha acompañado siempre y lo seguirá haciendo para protegernos de los peligros y garantizar la supervivencia. Vayamos abandonando la idea de no tener/sentir miedo para caminar hacia una expectativa más realista y adaptiva: conozcamos y familiaricémonos con el miedo para poder gestionarlo y que pueda seguir siendo útil.

Lamentablemente, el miedo no siempre cumple con su función adaptativa, y muy a menudo se convierte en una experiencia que nos limita, que nos hace sufrir y que puede provocar una sintomatología que nos aleja del bienestar. En los casos más extremos, el miedo
no adaptativo está detrás de patologías como la ansiedad, los ataques de pánico, las fobias, el Trastorno obsesivo compulsivo, algunas adicciones…

La relación del miedo con la ansiedad
Tal y como hemos ido comentando el miedo se activa ante una amenaza real o percibida. Esta respuesta (la emoción del miedo) puede ser más o menos intensa, pero tiene un final, sin embargo, la ansiedad se mantiene en el tiempo y se proyecta al futuro. Además, la ansiedad pone en marcha pensamientos que mantienen la sensación de peligro y el estado de alerta.

Causas del miedo desadaptativo
Existen distintas causas para padecer un miedo no adaptativo.

La primera tiene que ver con no haber tenido una experiencia de apego lo suficientemente seguro en la infancia. El apego es el vínculo que establecemos con las figuras que nos cuidan y este apego puede proporcionar mayor o menor sensación de seguridad.

La segunda casusa tiene que ver con haber sufrido experiencias traumáticas. Algunas experiencias pueden ser tan abrumadoras que el sistema no las puede procesar y una de las consecuencias puede ser que el sistema de alerta quede activado permanentemente.

La tercera causa tiene que ver con el temperamento y una tendencia innata a estar en alerta.

¿Qué podemos hacer para gestionar el miedo no adaptativo?

– Identificarlo, sentirlo y notarlo en el cuerpo.

– Conocer para qué sirve y con qué necesidades básicas está relacionado nos ayudará a manejarlo

– A veces, para no sentir miedo dejamos de hacer cosas, de tomar decisiones. La evitación suele aumentar la sensación de miedo y nos reafirma la sensación de incapacidad.

– Desarrollar recursos que nos generen seguridad. La sensación de seguridad es una gran aliada para afrontar y atravesar el miedo. Por eso, basarnos en experiencias previas de seguridad, apoyarnos en personas que nos transmitan confianza y desarrollar técnicas que nos generen calma y seguridad son recursos valiosísimos a la hora de gestionar y manejar el miedo.