La Rabia

La rabia, como pasa con la mayoría de las emociones desagradables, tiene mala fama y para la mayoría de las personas es negativa. Es más, muchas veces hacemos lo imposible por evitar sentir esta emoción. Sin embargo, tal y como hemos ido desgranando y analizando en los anteriores blogs, todas las emociones tienen una función positiva en el funcionamiento del cuerpo y la mente que tenemos que entender y respetar.

La rabia está relacionada con nuestro instinto de protección. La activación corporal es máxima, suben la presión arterial y la frecuencia cardiaca, los músculos se tensan preparándonos para la pelea. La sensación interna es intensa, de mucha energía y con tono desagradable.

¿Qué dispara la rabia?

  • Las cosas/situaciones que hacen o pueden hacernos daño (no sólo de manera física sino también psicológica)
  • Situaciones o elementos que están relacionados con cosas que nos hicieron daño. Por ejemplo, si en nuestra infancia sufrimos burlas por parte de compañeros o compañeras de clase y en la edad adulta no hemos tratado y procesado ese tema, probablemente si alguien en el trabajo nos hace una broma puede que nos genere enfado y rabia.
  • Situaciones frustrantes
  • No poder continuar con una actividad que nos motiva
  • Situaciones injustas o situaciones que van en contra de nuestros valores
  • La inmovilidad en el plano físico o psicológico.

Si suprimimos la rabia…

Suprimir la rabia está muchas veces relacionado con la depresión. A veces la depresión no es un exceso de tristeza…muchas veces se relaciona con no permitirnos sentir la rabia. En estos casos ni los antidepresivos, ni dejar que pase ni “poner de nuestra parte” solucionará el problema. La solución al problema pasará por permitirse sentir y expresar que están enfadadas. Con esto no estamos alentando a ir por la vida gritando y tratando mal a todo el mundo. Estamos hablando de empezar a reconocer en enfado o el sentimiento de rabia y aprender a expresarlo de la forma más eficaz y firme posible. Decir no, dejar clarísimo que no hay vuelta de hoja…se aprende. Para eso podemos fijarnos en aquellas personas que de forma más sana expresan el enfado. Tenemos que tener claro que todo aprendizaje cuesta su tiempo y su esfuerzo.

Otra consecuencia de suprimir esta emoción son las explosiones incontroladas de la rabia. Hay personas que reprimen la rabia y ésta se acumula como si de una olla a presión sin válvula se tratase. Si acumulamos rabia (u otra emoción) llegará un momento en que explotará y la forma de expresar esa rabia será desproporcionada y bastante negativa. Al principio sentiremos alivio porque de alguna manera hemos descargado una tensión que habíamos ido acumulando pero más tarde probamente aparezca la culpa. Si conocemos las consecuencias tan negativas que tiene sufrir el estallido de rabia o ira de otra persona el haber hecho lo mismo nos puede suponer una gran culpa y vergüenza y eso hará seguramente que nos esforcemos más en reprimir y en suprimir la rabia y el enfado. Esto no generará un cambio de patrón sino más represión y más olla a presión.

Por lo tanto, en lugar de suprimir la rabia…utilicemos esos momentos cotidianos en los que sentimos que no se respetan nuestras necesidades y desde ahí, expresarlo, decir que no, buscar soluciones…Desde luego esto es un arte y como todo aprendizaje necesita entrenamiento y práctica. Como hemos dicho antes nos puede servir fijarnos en personas o modelos adecuados en el manejo de esta emoción.

Si no hacemos nada con la rabia

Hay personas que no hacen nada con la emoción y dan rienda suelta a eso que sienten. Hay dos motivos importantes para funcionar así; por un lado la creencia de que no podemos hacer nada con eso que sentimos (debido a experiencias y aprendizajes que hemos tenido), y por otro que la expresión sin control de esa emoción nos haya permitido conseguir algo importante. Ejemplo del niño que prefiere ser visto a sentirse abandonado y para eso ha aprendido a descontrolarse para ser atendido aunque sea a través del castigo.

Esta forma de situarnos ante la rabia será negativa para las relaciones que establezcamos como para el autoconocimiento de nuestras propias necesidades.

Si la rabia es la supresión de otra emoción

Muchas personas intentan sin éxito controlar la rabia. A veces esto se debe a que la rabia se manifiesta por haber suprimido otra emoción. Por ejemplo hay personas que no pueden sentir tristeza (ni siquiera la identifican) porque les conecta con la vulnerabilidad o la debilidad y en lugar de eso lo que sienten de manera automática e inconsciente es rabia (que les conecta con la fuerza). Otras veces la vergüenza es una emoción tan intolerable (tierra trágame) que en lugar de sentirla y gestionarla lo que siento es enfado incluso ira. El ejemplo clásico de esto que estoy comentando es cuando un niñx se porta mal en público su madre/padre ante la vergüenza pueden reaccionar con muchísimo más enfado y rabia que si eso mismo lo hubiera hecho en privado.

El camino para manejar y gestionar la rabia de manera sana es difícil, pero para por reconciliarse con ella. Entender la función adaptativa que tiene, reconocerla e identificarla, permitirnos sentirla y aprender poco a poco a expresarla de la manera más eficaz y adecuada posible. De este modo podremos empezar a sentir también como se siente la otra persona.

Una buena relación con la gama de emociones relacionadas con la rabia, nos hace más firmes, más eficaces en los conflictos, más capaces de protegernos y de pelear por lo que queremos. Como cualquier estado emocional, podemos ver esta emoción como un problema si nos basamos en su peor versión y más extrema, sin embargo, la rabia tiene una función sana imprescindible para la vida.

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